Hasta la victoria, Negra

Hace 3 años Micaela García era secuestrada, violada y asesinada por Sebastián Wagner cuando volvía de bailar con sus amigues en Gualeguay. Wagner ya había sido condenado por abuso sexual previamente, pero al juez Carlos Rossi esto no le pareció un impedimento para liberarlo y mandarlo a su casa.
Año y medio después, a finales del 2018, se sancionó la Ley 27.499 conocida como ‘Ley Micaela’, que busca prevenir, sancionar y erradicar la violencia que ejecutan los agentes del Estado contra mujeres y diversidades identitarias y sexuales, a través de capacitaciones transversales, obligatorias y permanentes en perspectiva de género.
Hoy, con una pandemia que mantiene a muchas mujeres encerradas en sus casas con quienes las violentan y con una tasa de femicidios que no baja, se reafirma la necesidad de un cambio estructural urgente.
Compartimos la nota que Julia Roca escribió para Sin Cerco, luego de viajar a Concepción del Uruguay para despedirla.
Fotografías: Milena Garnero
Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta de sucios y hermosos velos, pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes de imbécil soberbia tomamos de la cintura a la vida y pateamos de soslayo a la muerte.
Pues esto es lo que hacemos. Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza.
Alejandra Pizarnik
Doscientos cincuenta y dos kilómetros separan Rosario de Concepción del Uruguay, ciudad entrerriana a la que me dirijo para asistir al velatorio de Micaela García. Doscientos cincuenta y dos kilómetros durante los cuales pienso cómo voy a lograr escribir y describir el velorio de una joven de 21 años que fue víctima de un femicidio cuando salía de bailar y se dirigía a su casa. Pero al llegar al Centro de Educación Física, donde ya había comenzado el abrazo a Micaela, el panorama general me devuelve otra sensación.
Las banderas del Movimiento Evita -organización en la que Micaela militaba activamente- van copando el lugar y jóvenes con sus remeras azules que rezan «con tu sonrisa como bandera» se multiplican. La imagen es clara, no es un velorio común y corriente, esa gente está ahí con otras intensiones. Se convocaron a celebrar la vida de su compañera, a abrazarse y darse fuerzas, a prometer seguir luchando por el país que Micaela soñaba.
La Negra -como le gustaba que la llamaran- estudiaba el Profesorado Universitario de Educación Física en Gualeguay, allí donde su femicida Sebastián Wagner gozaba de libertad condicional. Aún contando con una condena por dos violaciones y con un informe que desaconsejaba que se le otorgara esa libertad, el juez de ejecución penal entrerriano Carlos Rossi decidió dársela de todas formas. El sistema judicial sigue siendo machista.
Micaela militaba contra eso, era parte del colectivo de mujeres que soñamos -bien despiertas y conscientes- con una sociedad donde el patriarcado sea historia, que salir de un boliche caminando no merezca la pena de muerte y donde nuestras vidas y nuestros cuerpos valgan tanto como para que sean respetados, ¡qué extremista nuestro reclamo! «Ironía de la vida», dijeron algunos; muestras de lo que el machismo es capaz, pensamos nosotras: a la Negra la mató eso. Porque Wagner no actuó solo -más allá de la participación de un cómplice y del juez-. El femicida nunca actúa solo, un sistema entero lo acompaña, lo avala, lo «justifica» al cuestionar qué vestimos, con quién nos juntamos, qué decimos, por dónde andamos. Parecería que es necesario repetir, reiterar, decir y gritar que nunca, pero nunca la culpa es de la víctima.
Días atrás, el periodista Samuel «Chiche» Gelblung afirmó en el programa Debo Decir -que conduce Luis Novaresio- que «una chica a las 5.20 de la madrugada no puede andar sola por la calle» y que si lo hace se debe a «una falla familiar». ¿Qué esperar de este señor que en reiteradas ocasiones ha demostrado en las pantallas su pensamiento profundamente misógino?
Se me revuelven las tripas, no hay recurso literario que lo explique. Se contraen los nervios, se cierra la garganta, las palabras no salen y el único impulso que tiene el cuerpo es vomitar. Como la mañana que nos enteramos que a Micaela la habían encontrado muerta, tirada en un descampado, como si fuese basura, como ayer encontraron a Ornella en Tucumán y antes a tantas otras esparcidas en tantos lugares.
El abrazo
Fue la familia quien decidió despedirla de una manera diferente, «con alegría y haciendo ruido, como a ella le gustaba» dijeron en el comunicado que detallaba cómo se iba a desarrollar la jornada del martes. Desde las 10 de la mañana sería abierto a la comunidad.
El estadio cubierto del Centro Provincial de Educación Física Hugo La Nasa 3 de Concepción del Uruguay recibió a cientos de personas que se acercaron a saludar a Micaela y a ser parte de ese abrazo colectivo que se sentía en el aire. En las tribunas laterales, las banderas de militantes, amigos y amigas reemplazaron a las tradicionales coronas de flores, «Vamos a construir tus sueños» decía una de ellas. Al lado un cartel enorme con la frase «Las paredes se limpian, las pibas no vuelven» y la silueta de Micaela dibujada representaba unos de los murales que había realizado ella con sus compañeras no mucho tiempo atrás.
Un grupo de jóvenes con remeras deportivas amarillas y rojas con sus nombres impresos se instalaron en un costado, eran sus compañeros y compañeras del Profesorado de Educación Física en Gualeguay. Fue su mamá, Andrea, quien llevó puesta durante todo el día la casaca con la inscripción «Negra» detrás.
Un cordón de seguridad humano auspició de pasillo para quien quisiera acercarse donde se encontraba Micaela y su familia a saludar o llevar alguna ofrenda. La remera de «Ni Una Menos» reposaba sobre el féretro. Detrás, su guitarra y una foto de ella con su sonrisa enorme.
Claro que se podían ver lágrimas, ojos hinchados, y narices coloradas, pero a la par hubo mates, charlas y abrazos, infinidad de abrazos. En una pantalla corrían fotos de Micaela, con sus amigas, con sus compañeras de gimnasia artística, o militando en el barrio La Mandarina. La música reinó en el lugar y, por supuesto, Los Redondos no dejaron de sonar.
Hasta el Indio Solari se hizo presente en el abrazo mediante una conversación telefónica. «Mi hija fue a tu último recital y vino muy enojada porque no cantaste ‘Juguetes perdidos’ ¿No podrás cantar aunque sea un rengloncito para ella?», le dijo Andrea al líder ricotero, el Indio accedió y la frase «banderas rojas, banderas negras» copó el estadio.
Micaela, militante de la JP Evita
Cuando comenzó la búsqueda de Micaela, algunos medios de comunicación trataron la noticia de forma diferente a casos similares, esta vez sí querían evitar hablar de la vida personal de la joven desaparecida. Pero esa reserva no se debía a una pronta recapacitación del tratamiento que le dan a las noticias, sino a querer tapar o no mencionar la militancia de Micaela en el Movimiento Evita.
Milagros fue compañera de Micaela desde que eran «gurisas», fueron juntas al jardín de infantes Chiquititos, a la escuela primaria N°4 Benigno Teijeiro Martínez y a la secundaria Colegio Justo José de Urquiza, ex Colegio Nacional. En 2013, arrancaron su militancia en la JP Evita en Concepción del Uruguay.
«Comenzamos con el merendero, después nuestra idea como organización fue instalar fuerte la discusión de género y de diversidad hacia afuera, para visibilizar. Así es como la organización tiene un fuerte contenido de género acá, porque le dimos esa impronta algunas compañeras, la Negra entra ellas», comentó Milagros y aclaró que al principio a Micaela «le costó mucho meterse en la perspectiva de género, como nos pasa a todas. Primero, se necesita una reflexión y ella realmente la hizo, se comprometió, se formó, leyó. Era una piba que le interesaba saber, no se quedaba en lo que tenía».
En cuanto a la militancia en villa La Mandarina, Milagros aclaró que nunca lo hicieron «con cuestiones relacionas a la caridad ni por el simple hecho de creer que dándole una copa de leche le vamos a cambiar la vida al chico, sino que estamos encolumnadas en un proyecto político que tiene otros fines más allá de hacer un merendero, nuestro fin es que no exista el merendero en los barrios, que no haga falta».
Al referirse a Micaela, Milagros resaltó que «era una persona que le ponía mucho empeño a las cosas que hacía, era la que se levantaba más temprano, si había que hacer algo lo hacía sin drama y con convicción porque ella estaba segura que eso iba a transformar ciertas cosas. Ella realmente se referenció, era la que hablaba, la que organizaba las actividades»: «Eso quedó mucho en nosotros y nos duele mucho ahora porque no tenemos más a la Negra que esté en los detalles».
La marcha
Cuando se acercaba el horario establecido para encarar la caravana hacia el cementerio de Concepción del Uruguay llegó el momento de algunas palabras de despedida. Entre ellos, pasó Emilio Pérsico -referente del Movimiento Evita- destacando la importancia de los y las militantes como Micaela que «se la pasan construyendo ilusiones en cada uno de los barrios» y llamó a sembrar la semilla de Micaela en el corazón de los más jóvenes. Por otro lado, sus compañeros y compañeras del profesorado resaltaron los valores de Micaela, la solidaridad y el compromiso que de ella recibieron.
Su mamá -con una claridad que hace entender cuántas cosas mamó Micaela- se comprometió a continuar el compromiso de la Negra por la igualdad de género desde su lugar y «trabajar por que se dejen de criar hijos machistas». También comentó que va a comenzar los trámites para lanzar la fundación «Micaela ‘La Negra’ García». Por su parte, su papá -Néstor- destacó la militancia social de su hija, y las intenciones de ella por cambiar la sociedad.
Cerca de las 16.30, el cortejo fúnebre partió al cementerio de la ciudad, para posteriormente cremar el cuerpo y llevar las cenizas a Villa Mandarina, donde Micaela militaba.
Tres kilómetros separan el Centro de Educación Física del cementerio. Tres kilómetros que se me pasaron cantando el nombre de Micaela y pensando que sí necesitamos más Micaelas, muchas más. De lo que también estamos seguras es que no queremos que nos las sigan robando y para eso nos seguiremos encontrando en las calles.