Golpe de Estado en Bolivia

Hace unos instantes, Evo Morales anunció su renuncia como presidente de Bolivia. Lo hizo dentro de un contexto de caos social, luego de reiterados episodios de violencia que dejaron cientos de heridos y personas muertas y bajo la presión de las fuerzas armadas y opositores, que amenazaron a ministros y funcionarios del gobierno de Evo para que abandonaran sus cargos.
Horas antes, Morales había anunciado que convocaría a nuevas elecciones, tras la denuncia de la OEA que afirmaba haber detectado «irregularidades» en la auditoría de los comicios. Aun así, esta decisión no bastó para frenar a la fuerzas armadas y líderes opositores que continuaron exigiendo su renuncia como única salida a la escalada de violencia en el país.
En esta nota, el periodista y documentalista argentino Andrés Sal-Lari, radicado en La Paz hace varios años, analiza los sucesos previos a las elecciones, que sentaron las bases para que hoy se haya podido consumar el Golpe de Estado en Bolivia
«Mi pecado es ser dirigente sindical, ser indígena, ser cocalero. Estamos renunciando para que dejen de patear y agredir a nuestros hermanos. Camacho y Mesa han logrado su objetivo: no sigan quemando casas de nuestros hermanos», Evo Morales.
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