Un Scrum a la estigmatización

Texto: Diego Carballido. Fotografías: Joaquín Martínez
«Comenzamos hace tres años en la Unidad VI, de Francia al 5200, después nos ampliamos a la Unidad XI de Piñero. Actualmente, también estamos en la Unidad de Pérez, en el IRAR con los menores de edad y hace menos de un año tenemos un grupo de chicos que han pasado por el programa y que al salir en libertad continuaron participando» detalló Fernando Benítez al referirse a la experiencia que lo tiene como uno de los precursores.
Benítez, junto con un grupo de voluntarios, tuvo la iniciativa de empezar a practicar rugby dentro de las cárceles de la región. «La idea se nos ocurrió junto con el entrenador de mi hijo y sabemos que existe en diferentes partes del mundo».
El rugby, a primera impresión, parece ser un deporte de mucho contacto y en una población como la carcelaria, el prejuicio indica que no sería el mejor contexto para practicarlo. “Para quienes no lo conocen, hasta parece un deporte bruto. Sin embargo, tiene más de 600 reglas de acuerdo a lo establecido por la Unión Argentina de Rugby» aclaró Benítez, y contó cómo fue ese primer encuentro con los internos: «Teníamos muchas dudas cuando presentamos el proyecto, porque se trataba de la población carcelaria, donde la resolución de los conflicto -muchas veces- es a las piñas. Sumado a que la mayoría de los internos nunca había practicado este deporte”. Esa fue la génesis de la Fundación “Tercer Tiempo. Rugby para la reinserción” de la cual Benítez es el actual presidente.
Actualmente, son un grupo de cuarenta personas que recorren las diferentes unidades penitenciaras y llegan a organizar partidos a beneficio entre los internos y equipos conformados por jugadores veteranos de los ligas rosarinas.
«Al principio fue medio raro. Sobre todo, cuando el servicio penitenciario nos veía llegar con una pelota de rugby a la cárcel y se preguntaba de dónde habíamos salido. A medida que fueron pasando los días, los chicos se engancharon muchísimo y empezamos a notar un cambio de actitud en quienes nos abrían la puerta porque nos preguntaban cuándo volvíamos».
Con el tiempo, Fernando se enteró que los días de práctica bajaba considerablemente el nivel de conflicto dentro de la unidad penitenciaria. «Era un agotamiento físico muy grande y las energías la canalizaban en esas dos horas. A causa de esto, pudimos agregar cada vez más días más de práctica». Algo que produjo, por ejemplo en la Unidad VI, que el equipo de la Fundación vaya todos los días a realizar un entrenamiento que no solo abarca cuestiones físicas sino también psicológicas. «Además, trabajamos con los chicos que salen de las unidades y donde vemos reflejado todo el trabajo interdisciplinario que venimos realizando desde hace varios años»
Gladiadores
El pasado viernes 17 de mayo, el equipo conformado por los internos, al que denominaron “Los Gladiadores”, se enfrentó con un combinado de veteranos del rugby rosarino en un partido donde lo recaudado fue donado a un comedor comunitario. “El nombre lo eligieron los internos, al igual que los colores, el logo y el diseño. Todo es parte de un trabajo que llevamos adelante desde hace tiempo junto con trabajadores sociales y psicólogos buscando la construcción de una identidad de equipo» contó Benítez.
«El rugby no tiene un Messi porque es un deporte colectivo. Juegan todos sin importar la condición física y cada uno tiene su rol. Algo que nos permite hacer un primer abordaje para que los internos recuperen la autoestima» aclaró Benítez respecto al impacto y los resultados que van cosechando a lo largo de su trabajo. «Muchos cometieron un delito y la sociedad los castiga por ello, pero una de las consecuencias del encierro es la baja de la autoestima. En muchos casos, hasta dejan de ser visitados por sus propias familias. En ese sentido, el rugby tiene algo contradictorio porque tenés que dar los pases para atrás y, al mismo tiempo, hay que avanzar. Es una cuestión que obliga a un avance colectivo y no de forma individual».
Los encuentros donde los internos se miden con ex jugadores que han competido en las ligas de la región se convierten en un cruce de realidades y universos muy diferentes. En algunos casos, hasta se podrían ubicar en los extremos de las realidades sociales y económicas. Al respecto, Benítez comparte que son varios los casos en los que, quienes colaboran con de la Fundación, ingresaban a las unidades penitenciarias con todos sus prejuicios a cuesta con respecto a las poblaciones carcelarias, algo que se desaparecía cuando los profesores se retiraban de ese primer encuentro. “Resulta que al terminar de jugar con ellos todos se abrazaban y se sentían mucho más cerca», explicó Fernando y agregó: «Una cosa es opinar sobre la cárcel y otra muy distinta es encontrarte con una persona privada de su libertad, con sus errores y aciertos, pero que se trata simplemente de una persona, con todo lo que eso significa».
Benítez asegura que la tarea de la Fundación es «romper ese círculo vicioso que surge de las poblaciones carcelarias. En Santa Fe, actualmente existen unos siete mil presos, de los cuales un casi un 70 por ciento obtiene su libertad y vuelve a estar vinculado a situaciones de conflictividad con la ley penal”.