Como el viento del sur que arrasa

Por Flor Mainardi. Fotografías: Ana Isla
Rosario, viernes 8AM. Salimos desde plaza Sarmiento, puntuales, cargadas de energías y bolsos. La noche anterior me costó dormir, me desperté cerca de las tres y media de la madrugada pensando que me había quedado dormida. Quienes participamos de los encuentros sabemos lo que nos espera: una marea feminista, una ola que nos empuja y las ganas inclaudicables de querer cambiarlo todo. Más de veinte horas arriba de un micro camino al encuentro más austral de la historia. El carácter federal que caracteriza a los Encuentros Nacionales de Mujeres -ENM- nos hace conocer el país de punta a punta, de norte a sur, de este a oeste. Cada ciudad que alberga un encuentro no es la misma después. No solo por las pintadas que gritan consignas en las paredes, sino porque algo se moviliza, hay algo que cambia, no pasa desapercibido, no hay manera de invisibilizar a más de cincuenta mil mujeres.
Un micro puede resumir un poco estos últimos años de crecimiento exponencial del movimiento feminista. Están todas: las que viajan por primera o segunda vez, las que viajan hace más de diez años, las adolescentes, las que el feminismo les tocó la puerta después de los paros internacionales de mujeres o los 3 de junio al grito de Ni una Menos. También, todas aquellas que se sumaron poniendo el cuerpo y llevando sus pañuelos verdes como uniforme para que el aborto sea legal, seguro y gratuito. Mujeres, lesbianas, travestis y trans, a todas las moviliza esa fuerza transformadora, frente al recrudecimiento de las políticas de ajuste y la avanzada de los gobiernos neoliberales conservadores en la región, las pibas venimos a decir que existe otra manera de habitar el mundo. Más justa, más solidaria, sin opresión, sin explotación, sin violencia hacia nosotras, sin violencia hacia nadie. Una vez que esa llama se enciende es imposible apagarla, es imposible no sentirla y crece al calor de las llamas que otres llevan adentro.
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Trelew, sábado, plaza Centenario. Este ENM tuvo varias novedades, primero la feria gastronómica: “Al horno el patriarcado” en la cual la economía popular se hizo presente y hubo muchas ofertas para las “encuentreras”, lo mismo con la feria de artesanas que llevó el nombre de “Ayelen Molly Artesana de sueños”, víctima de femicidio meses atrás. También se sumaron dos talleres a la nómina oficial: “Mujeres y Fútbol”, y “Mujeres y la libre determinación de los pueblos”. En este último, se llevó adelante el debate sobre la importancia de que el encuentro sea de carácter plurinacional para incluir a todos los territorios dentro del Abya Yala. Los talleres que la rompieron fueron Activismo Gordx que se realizó por segunda vez, el de Trabajadoras Sexuales impulsado por AMMAR, el de Amor Libre que se autoconvocó en la escuela en la cual se llevaba adelante «Mujeres y Relaciones de Pareja», y por primera vez el taller de Travestis y transexuales incluyó a las identidades no binarias. Además, el taller de «Estrategias para el acceso al aborto legal» y el de «Educación Sexual Integral» tuvieron una gran convocatoria y el desafío de pensar cómo continuar la lucha frente al crecimiento y la organización de sectores anti derechos, nucleados bajo los grupos que se autodeterminan provida y #conmishijosnotemetas.
Por la mañana, en el autódromo Mar y Valle, se llevó adelante la apertura del 33° ENM con un discurso que denunció el ajuste del gobierno de Macri, reconoció la importancia de la lucha por recuperar los territorios mapuches-tehuelches en el sur, denunció el aumento de los travesticidios y los crímenes de odio, el aumento de la desocupación en la patagonia y el resto del país, el rol de las empresas petroleras, recordó la masacre de la Trelew y la movilización que realizó el pueblo trelewense en 1972 para exigir la libertad de las presas y presos políticos. También nos invitaron a reconocer que estábamos en tierra ancestral, territorio que resiste hace más de 500 años.
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Trelew, domingo, marcha del ENM. El terreno nos brindó un paisaje inolvidable, esos que cerrando los ojos lo podes recordar. Como cuando vez el mar y sos chiquita, solo necesitas cerrar los ojos para poder verlo otra vez, está ahí, guardado en algún lugar para aparecer cuando es necesario. Las subidas y bajadas por las cuales pasó la marcha nos regalaron la posibilidad de ver las infinitas cuadras, los infinitos colores. Ahí, en ese momento, las gargantas explotaron, no pudimos creer lo que vimos, no podemos creer de lo que somos capaces cuando nos organizamos. La marcha recorrió barrios periféricos de la ciudad, algo que no suele suceder muy seguido en las marchas de los encuentros, a la postal inolvidable de toda esa marea que compone la cuarta ola feminista, le sumamos señoras agitando repasadores verdes o remeras verdes desde su ventanas, nenas con carteles escritos por ellas mismas, sostenidos con fuerza, donde se leía Ni Una Menos. Saludos y abrazos, mujeres que lloraban. Los encuentros no solo nos transforman a quienes participamos, transforman también las ciudades que copamos, dejan huella.
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El 33° Encuentro Nacional de Mujeres finalizó con una multitudinaria marcha de la cual participaron cerca de cincuenta y cinco mil mujeres, lesbianas, travestis, trans e identidades no binarias. No faltó el histórico cantito que años tras año se escucha en la movilización: «Que momento, que momento, a pesar de todo, les hicimos el encuentro». Las miles y miles de mujeres recorrieron la ciudad de Trelew para hacer vibrar la tierra. Tierra ancestral, tierra colonizada, tierra usurpada por intereses foráneos. La tierra de las ancestras, de nuestras antesesoras, esa energía vital, esa fuerza abrumadora estuvo presente y latió en cada una de las “encuentreras”.
Los encuentros de mujeres incomodan. Por eso, los medios hegemónicos no escatiman tinta y tipeo en contra de este evento. La operación mediática comienza siempre algunos meses antes. El eje siempre está puesto en los disturbios post marcha, en las paredes pintadas, en que las feministas son sucias, feas y malas. En que andamos en tetas y algunas otras brujerías. Durante los tres días que dura el ENM, estos mismos medios invisibilizan el debate, los talleres, las actividades culturales, las movilizaciones. Solo vuelven a aparecer el día de la marcha, vendiendo pescado podrido desde temprano, alimentando el odio. Odio que se hace tangible en la represión, en la razzia posterior a la movilización, en la detención de compañeras.
La comisión organizadora del encuentro más austral de la historia no la tuvo fácil. Desde el viernes comenzaron los problemas con la gobernación y el municipio, la caída de acuerdos entorno al transporte y la seguridad fueron denunciados desde las cuentas oficiales que administraban quienes se pusieron al hombro la difícil tarea de organizar un encuentro tan masivo. Las organizadoras responsabilizaron al gobierno provincial de Mariano Arcioni y el ministro de Seguridad, Federico Massoni, por la represión en el centro de la ciudad. Esto último no impidió que el encuentro sea una fiesta, que el poder feminista se multiplique, que las plazas, escuelas y calles se llenen de glitter, de debates y de abrazos. Frente a la avanzada del neoliberalismo conservador en América Latina, el movimiento feminista tiene mucho para decir y mucho para hacer. Los encuentros son esos tres días para recargar energías, pensar estrategias y reconocer en la otra, más allá de las diferencias, una aliada.
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Los gobiernos neoliberales alimentan la individualidad, premian la meritocracia y crean enemigos internos para poder sobrevivir. El movimiento feminista es el primero que se paró, y se para, a repudiar el ajuste que la gestión macrista lleva adelante, porque entiende que sin justicia social no hay feminismo y viceversa.
No es la primera vez que hay represión en los encuentros. Pasó en Mar del Plata y en Rosario. También en Chaco hubo cazería por parte de varones, el día después de la marcha. Esta vez, hubo diez detenidas que fueron liberadas entre la madrugada y la mañana del lunes. Sus relatos coinciden, eran agentes de civil quienes las agarraron, denunciaron golpes y amenazas. El recrudecimiento de la violencia policial, machista y patriarcal es la contra ofensiva frente a la avanzada de los feminismos. El discurso del odio habilita a cierta parte de la sociedad a violentar a las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Lo vemos en Brasil, en el asesinato de Marielle Franco, en los salvajes ataques por parte de los seguidores de Bolsonaro, en el odio y rechazo a la comunidad LGBTTIQ.
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Ruta 3, volviendo a Rosario. La vuelta, sin voz, con el cuerpo cansado. Debatiendo todo, contando experiencias. Nos enteramos que el 34° encuentro se hace en La Plata y sabemos que no hay represión o razzia que pueda con la fuerza de este movimiento. No hay bala de goma que pueda contra el glietter y el gibré. Contra las políticas de autocuidado y el «estamos para nosotras». En año de elecciones, el encuentro va a pisar fuerte y los feminismos van a continuar organizándose para acabar con el heteropatriarcado y los gobiernos que coartan nuestra libertad y autonomía.
Termino de tipear mientras Coke lee a Lemebel y devora emocionada una novela que no conseguía en Rosario y Mica compró en la plaza. Las pibas hablan de tomar birra cuando lleguemos, atrás creo que Majo escribe. El mundo que soñamos lo vivimos y creamos estos días. No hay forma que puedan derrumbarnos, ahora que estamos juntas y ahora que si nos ven, abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer.