La OMS ¿despatologizó a la transexualidad?

Por Loreley Flores. Foto: Cristian Maiola
El 18 de junio recorrió el mundo la noticia de que la Organización Mundial de la Salud -OMS- había retirado del listado de enfermedades mentales a la transexualidad que figuraba como incongruencia de género. Algunas organizaciones festejaron rápidamente ante la lectura del titular y hubo quienes pusieron este día, dentro del calendario de la diversidad sexual, a la par del 17 de mayo de 1990: día en que se despatologizó por completo la homosexualidad. Este 18 de junio se dio a conocer la Clasificación Internacional de Enfermedades -CEI 11-.
Según la OMS: «La CIE-11, que se viene elaborando desde hace más de 10 años, contiene mejoras significativas con respecto a las versiones anteriores. Por primera vez es completamente electrónica y tiene un formato mucho más fácil de usar. Asimismo ha habido una participación sin precedentes de los trabajadores sanitarios, que han asistido a reuniones de colaboración y han presentado propuestas. El equipo de la CIE en la sede de la OMS ha recibido más de 10.000 propuestas de revisión».
La CIE-11 se presentará en la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2019 para su adopción por los Estados miembros, y entrará en vigor el 1 de enero de 2022.
Lo cierto es que al leerlo nos generó más dudas que certezas y desde Sin Cerco consultamos a Esteban Paulón, subsecretario de Diversidad Sexual de la provincia de Santa Fe y vice presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, al respecto.
—¿En materia de logros, tenemos que considerar al 18 de junio de 2018 como al 17 de mayo de 1990 o hay distancias?
—El 18 de junio no es el 17 de mayo de 1990, ese día se despatologizó completamente la homosexualidad y en este caso, lo que tenemos es una moderación de la consideración de la Organización Mundial de la Salud en relación a la población transexual que no es lo que se viene pidiendo y reclamando desde los movimientos. Es un pequeñísimo paso en un sentido correcto, esperamos que el año que viene, que va a salir el nuevo manual, efectivamente la transexualidad sea quitada de ahí.
—Con la excusa de la atención médica o sanitaria, la mantienen como un «desorden» del comportamiento sexual, ¿no es quedarse a mitad de camino?
—Claramente, todavía sigue habiendo una mirada estigmatizante, discriminatoria, prejuiciosa y es inaceptable pensar que haber pasado de «enfermedad» a «desorden», por la excusa que sea que se use el termino «desorden», sea un triunfo definitivo. Es un pequeñísimo paso que hoy nos dice ya no es una enfermedad; la homosexualidad cuando fue quitada, se lo hizo directamente.
—¿Cómo se pronunciaron las organizaciones al respecto?
—Desde las organizaciones vamos a seguir luchando para que el año que viene, cuando se emita el DSM5, la transexualidad sea quitada lisa y llanamente del listado de enfermedades mentales y sea considerara una expresión más de la sexualidad humana.
Argentina despatologizó la transexualidad en el 2012, a través de la Ley 26743 de Identidad de Género, dónde se establece -y reconoce- el derecho a la identidad de género de las personas sin necesidad de probar nada, ni ante la medicina ni ante la Justicia, sino por el solo reconocimiento de la autopercepción.
La expectativa de vida de las personas trans ronda los 40 años, y esto no responde a enfermedades mentales que afecten a este colectivo, sino a los prejuicios, estigmatizaciones y discriminaciones que construyen quienes no lo integran y que desplaza al resto a lugares de destierro, donde no les pertenece el derecho a la salud, ni a la educación, ni a una vida libre de violencias, ni al trabajo, ni a viviendas dignas, ni, ni, ni, y la lista sigue. Es cierto que la ley no terminó con esta discriminación ni tampoco lo va a hacer el hecho de que la OMS saque, de una vez por todas, a la transexualidad de esta lista, pero lo que sí logran es darles herramientas para no tener miedo, para denunciar las persecuciones y discriminaciones y para defender sus derechos. Lo que logran estos cambios, que son impulsados siempre por la militancia y las organizaciones, es algo mucho más profundo que tiene que ver con la esencia y la dignidad de cada ser, porque ya no habrá que explicar hasta el cansancio que una personas trans no está enferma, sino que quedará más que claro que el problema está en aquellas que juzgan, odian y discriminan.
Según un informe realizado por un equipo de expertos en gerontología convocados por el Ministerio de la Defensa Pública del gobierno porteño en el año 2016, el 25 por ciento de la población trans vive en condiciones de hacinamiento, compartiendo habitaciones ya que el valor del alquiler cambia por el solo hecho de ser trans;solo un 22 por ciento alquila inmuebles, el resto no puede hacerlo porque no logran acceder a trabajos formales -según este mismo informe; más de un 70 por ciento ejerce el trabajo sexual, solo un 9 por ciento tiene trabajos registrados, el resto trabaja de manera informal y de alta precariedad- y eso impide que tengan recibos de sueldos.
La mayor parte de las personas trans que mueren lo hacen por enfermedades evitables, por las que no pudieron acceder a tratamientos médicos oportunamente o porque son víctimas de travesticidios -crímenes de odio hacia su identidad de género. En los últimos días se conoció el fallo de la Justicia que condena a Gabriel David Marino a prisión perpetua como coautor del «homicidio agravado por odio de género y violencia de género» de Diana Sacayán y desde las redes sociales se pudo sentir el festejo de mucha gente, porque se hizo #JusticiaParaDianaSacayan, esto no ocurre siempre. No siempre llega la justicia para las personas trans, y, como escribe Miranda Gómez Martín en su muro de Facebook: Justicia sería que no la hubieran asesinado.
Así estamos como sociedad, esto somos, esto construimos. Por eso urgen muchas cosas, urge el real acceso a fuentes laborales dignas, a la educación, a la salud, a viviendas, a vivir sin miedos ni discriminación ni violencias. Urge la igualdad real en los derechos en tanto personas. Urge la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral y urge que organismos como la Organización Mundial de la Salud deje las medias tintas para adoptar políticas respetuosas de los derechos humanos y de las disidencias de forma integral. Y la pregunta vuelve ¿hay motivos para festejar? Tal vez, pero poco.
Sin embargo, para el director del departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS la transexualidad es además un padecimiento: «Queremos que las personas que padecen estas condiciones puedan obtener la ayuda sanitaria cuando la necesiten», explicó Sheknar Saxena en la página de la OMS.
«El colectivo trans y el colectivo LGBTIQ en general no se conforma con esto y va a seguir reclamando por la despatologización total», afirmó Paulón.