Festival Justicia por los 7
Fotografía: Cristian Maiola
En la ciudad de Pergamino, hay un parque dominado por viejos galpones y por un puente peatonal que pasa por sobre unas vías. Flameando desde él, se observa una bandera con la leyenda “transformar la tristeza en lucha”. Entre estas construcciones ferroviarias hay un anfiteatro urbano donde ayer se organizó un festival. Muchas mujeres con remeras estampadas con el rostro de sus hijos asesinados fueron quienes trabajaron en conjunto para que se lleve a cabo este evento, a un año de la masacre donde murieron siete chicos en la comisaría 1ra de la ciudad. En las experiencias políticas en contra de la violencia institucional, del dolor se pasa a la bronca y esta muta en organización. Y a veces también aparece el amor y la alegría. Así la Justicia se construye. Y se reaviva la Verdad y la Memoria. En los festivales organizados por familiares de víctimas sucede todo eso al mismo tiempo. El avance de las causas judiciales son importantes, pero no son la única forma. Abrazos, reencuentros, llantos, desazón, empatía, organización colectiva, música comprometida y testimonios dolorosos en micrófonos abiertos. Pibes “ahogados”, muertos en “enfrentamientos”, calcinados en “motines”, asesinados porque seguro “en algo andaban”. Los familiares son sujetos políticos de vasta experiencia activista en la historia argentina. Porque “el Nunca Más de hoy, es el Ni Un Pibe Menos”.