Julieta, la hermana de Joni

Por Flor Mainardi, Taiana Castro y Nataly Palavecino. Fotografía Cristian Maiola.
«Lo personal es político»
Kate Millet
Julieta caminaba apurada de un lado a otro. Llevaba puesta una camisa a cuadros negra y blanca; un paso apurado. Una mochila colgaba de su espalda, daba la sensación de ser pesada, de estar llena de cosas. La marcha se encolumnó frente a Tribunales Provinciales, ese gigante edificio que ocupa una manzana entera y, a veces, deja huérfanas las ansias de justicia.
Las organizaciones sociales, políticas, sindicales, estudiantiles y familiares, nucleadas en la Multisectorial contra la Violencia Institucional, estaban por dar comienzo a la versión rosarina de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. La marcha no avanzaba porque faltaba que Julieta se pusiera al frente. La potencia de su voz, sin megáfono mediante, comenzó a entonar el cantito «Yo sabía, yo sabía que a los pibes los mató la policía». Julieta es la hermana de Jonatan Herrera, «Joni», como lo nombra ella.
El 4 de enero de 2015, Joni lavaba su auto en barrio Tablada cuando murió a causa de balas policiales. Agentes del Comando Radioeléctrico -CRE- y de la Policía de Acción Táctica -PAT- terminaron con la vida de Joni, de 23 años. Hijo, hermano, nieto, padre, amigo de un montón de gente. Julieta, la mayor de nueve hermanos, se puso al frente del pedido de justicia por el esclarecimiento del caso de Joni. Ella, con el dolor por el asesinato de su hermano, en lugar de quedarse en su casa, decidió salir a denunciar los vínculos entre la policía, el poder político y el poder judicial. También, eligió formar parte de la Multisectorial y pasó a ser un oído y una voz fuerte que siente a cada víctima cercana. Por eso, se la ve en la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil arengando a la gente, gritando el nombre de Franco Casco, Pichón Escobar, María de los Ángeles Paris, Maxi Zamudio, Alejandro Ponce, Carlos Godoy, David y Ema, Jonatan Ojeda, Michel Campero, Alexis Berti y Jonatan Herrera, a todos los grita con la misma intensidad y la misma fuerza.
Si para la RAE, «lo personal es lo inherente o relativo a la persona», y lo político está vinculado con el poder y las relaciones de poder en una sociedad, decir que lo personal es político es contar la historia de Julieta Riquelme. La muerte de un ser querido es un hecho de la esfera de lo privado, pero el asesinato de un hermano en manos de la policía de la provincia de Santa Fe convierte al duelo en un hecho político y Julieta lo tiene claro y no tiene temor en sacarle la careta a las instituciones de la sociedad. De esta manera, pone en jaque a los distintos actores sociales implicados: sacando caretas, disputando poder y sentido en las calles junto a cientos de personas.
Julieta nos recibió junto a su mamá -María Elena- en la casa que habitan ahora. Ya no están viviendo sus días en barrio La Tablada, ya no están en zona sur. El 24 de diciembre del año pasado tuvieron que mudarse. El hostigamiento por parte de la policía y de narcotraficantes del barrio hizo que agarraran sus cosas y se marcharan en vísperas de Nochebuena. En estos tiempos, donde todo parece estar en la web, buscar el nombre de Julieta Riquelme en el servidor de Google resulta sencillo. Un sin fin de notas y entrevistas, fotos de marchas y movilizaciones aparecen en la primera página del buscador, pero hay un video donde se la ve junto a amigos y familiares de Joni recreando, mediante el arte teatral, la vida de su hermano, la causa y el día del asesinato. El video fue filmado la misma mañana del juicio oral. Ese día, los jueces Juan Carlos Curto, Rodolfo Zvala y Juan José Alarcón absolvieron a Gladys Galindo del CRE y otorgaron penas bajas para los otros cuatro imputados -Ramiro Rosales, Luis Sosa, Francisco Rodríguez y Jonatan Gálvez. «Me duele el alma como les está doliendo a ustedes, pero es muy necesario que les diga: ¡esto no terminó acá, esto recién empieza! ¡No vamos a parar, el Estado es responsable porque a Jonatan Herrera lo mató la policía!», gritó Julieta ese día en la puerta de tribunales.
La mayor de nueve
Julieta de 27, Joni y su melli Nahuel de 26, Nadia de 24, Rodrigo de 20, Leandro de 19, Lautaro de 17, Juan de 16 y Martín de 15 años. A los nueve hermanos se les suman los tres hijos de Julieta -Kiara de 7, Francesca de 4 y Theo Jonatan de 2 años-. Todos los hermanos de Joni son tíos de «C», que en noviembre cumple tres. Julieta es la hermana mayor y cuando habla de su hermano lo hace a veces en pasado y otras en presente. Los tiempos verbales son engañosos, hablar de Joni en pasado no es posible cuando él aparece y reaparece en cada palabra de Julieta, en cada palabra de María Elena.
«Joni me escribía todos los días, quería saber cómo estaba, si había comido, si estaba sola, enseguida me iba a buscar o se quedaba en casa jugando con mi nena y haciéndome compañía», dijo Julieta mientras se acaricia sus manos y contó que Joni era más que su hermano, era su compañero. Cada vez que terminó de hablar, clavó su mirada en un punto fijo. Entre recuerdos y anécdotas, a Julieta la invaden las mismas preguntas que comenzó a realizarse hace dos años:
—Siempre me pregunto lo mismo ¿Por qué justo a él? Si tenía tanto para darle a este mundo y todas eran cosas buenas.
«Siento a todos los pibes»
Hay una frase que Julieta repite con mucha frecuencia: «Detrás de un pibe hay una historia. No siempre lo que dicen los medios es verdad. Mi lucha va por otro lado, yo no quiero de nuevo otro Jonatan, no quiero otra familia que venga a llorar por el hijo, no quiero a otra familia huyendo por tenerle miedo a la policía».
En 2016, nació la Multisectorial contra la Violencia Institucional. Surgió de la unión de los casos más emblemáticos que tuvo la ciudad de Rosario como el de Gerardo «Pichón» Escobar, Franco Casco y Jonatan Herrera. Julieta sentada en canastita en el sillón negro al lado de María Elena, contó que ella aceptó participar de la Multisectorial y que en ese momento dijo: «Si va a servir para que otros casos sean visibilizados, para esos casos que sí tienen una historia y nadie conoce, bienvenida sea esta multisectorial y desde ya, queremos que ellos también tengan justicia».
Para la hermana de Joni, lo más importante es poder contar la historia de cada una de las víctimas de la violencia institucional y, sobre todo, en palabras de Julieta, que la gente sepa que esos pibes fueron asesinados por la policía y que también hay una familia y una historia detrás de esos pibes. Julieta habló pausado, cada palabra salió de su boca para afirmar algo que siente en todo el cuerpo y dijo: «Hoy, ya no solo siento a mi hermano, hoy siento a Maxi, Ale, David, Ema. Me duele Franco, siento a todos los pibes, no solamente me duele mi hermano, hoy me duelen todos».
En el living del nuevo barrio, Julieta da cuenta de cómo llegó a la militancia y por qué quedarse llorando en una habitación nunca fue la opción de ella ni de su vieja. Juli es petisa, es de cuerpo pequeño, la fuerza y la potencia nunca tuvieron nada que ver con la altura o el peso. A ella la impulsa el dolor, esos dolores que llevaron a muchas mujeres a ponerse remeras con caras de sus seres queridos. Ningún pibe nace para ser remera. Julieta, con convicción, dijo: «Voy a poner lo mejor de mí siempre luchando y respetando a todos los familiares».
Desde el día que Julieta tuvo la idea de organizar una representación teatral para recordar a su hermano y para exigir justicia, tiene como premisa que a las víctimas es mejor recordarlas con alegría. ¿Qué quiere decir esto? Nadie va a marchar en silencio, todos y todas van a recordar a la persona que ya no está con bailes, cantos, festivales, colores, murga. Por eso, quizás, Julieta trata de hablar con otros familiares de víctimas para organizar cualquier actividad donde se sienta y se comparta el espíritu vivo de cada ser querido.
Su lucha no se trata solo de exigir justicia sino también de invitar a reflexionar sobre la seguridad, la igualdad de oportunidades y el rol del Estado.
—¿Qué le dirías a las personas que no se acercan a una marcha contra el gatillo fácil?
—Les diría que dejen de estigmatizarnos, de condenarnos por nacer en un barrio. Nacer en un barrio no significa ser un chorro. Y si por algunas circunstancias la vida te lleva a eso, el Estado es responsable, por un montón de cosas que no cumple. En términos de salud, en vivienda, en educación. Obviamente que estoy en contra de salir a robar pero hay una historia en ese pibe y no tiene que terminar con un tiro en la cabeza. Para mí, pasa por poder brindarle herramientas para que pueda salir a flote. Conozco a un montón de pibes que estuvieron en esa situación y les pudieron brindar herramientas y ellos hoy son otra cosa. Y no es porque no quieren, muchas veces es porque no pueden, no tienen otra opción. Estaría bueno que el Estado pueda poner su mirada en el barrio y no que vayan solo a buscar los votos cuando los necesitan, sino que verdaderamente se pongan a trabajar en el barrio.
Julieta, es la hermana de Joni. Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga. Irina Ávalos, la hermana de Iago Ávalos. Las hermanas surgen como sujetas políticas, como fuerza para llevar adelante las causas y luchas. Surgen como referentes y militantes. Surgen de la tierra y sembradas por el dolor, florecen ante cualquier tempestad porque el miedo lo perdieron el día que la policía mató a sus hermanos.