Unidad de los trabajadores

Por Diego Carballido. Fotografías: Joaquín Martínez y Julián Miconi.
Las calles rosarinas reflejan calma. Es jueves, pero no parece. Desde Buenos Aíres, llegan las primeras imágenes de uniformados reprimiendo a un grupo de manifestantes en plena Panamericana. “Yo le pondría, a la baya que forman los uniformados, la palabra orden judicial y no represión como recién dijiste” le sugiere un conductor de TN a la movilera que se encuentra en el lugar, dando una clase magistral sobre el uso de eufemismos.
Mientras tanto en Rosario, para llegar al corazón de la protesta, era necesario atravesar una serie de postales. Imágenes estáticas que hacían sospechar de la intensidad de la medida de fuerza. Estaciones de servicios rodeadas por cintas de peligro, convirtiéndolas en espacios cuasi abandonados. Negocios con sus fachadas apagadas, mostrando persianas y rejas bajas. Esporádicamente aparecen algunos pequeños comercios abiertos. Un calmo trajinar para las calles más rabiosas del centro.
Y se puso la fecha
Fueron necesarios quince meses para poder aunar las fuerzas de todo el movimiento obrero organizado, y hacerlas confluir en este paro nacional. En una semana cargada de desacreditaciones para con la representatividad y la conducta de los sindicalistas, y a pocos días de la “marcha por la democracia”, o como se dan a conocer las marchas en los últimos tiempos: “el 1A” -una denominación que nos trae más reminiscencias a la batalla naval que a una convocatoria popular-.
La manifestación del sábado por la tarde fue interpretada como un apoyo al gobierno presidido por Mauricio Macri y, también, hecho luz sobre otros aspectos de nuestra sociedad no tan democráticos. «Qué lindo que tantos creamos que tenemos un futuro por construir… Y lo expresamos desde el corazón, espontáneamente, sin que haya habido colectivos ni choripán» dijo el presidente, y con esas palabras terminó de consolidar la convocatoria que se estaba gestando en los sectores populares.
El estruendoso sonido de las bombas, musicaliza el arribo de los trabajadores que, poco a poco, van dándose cita en el microcentro rosarino. La calle San Luis, territorio ganado por los locales comerciales, se transforma en el lugar de concentración donde las distintas filas de los sindicatos, junto con agrupaciones políticas, se van congregando. Docentes, empleados de comercios, trabajadores de distintas delegaciones del Estado, científicos, estudiantes, trabajadores bancarios, una a una las distintas columnas se van engrosando. Intentan hacer escuchar su reclamo y, de alguna manera, convertirse en un freno a este modelo impuesto desde las políticas nacionales que, hasta el momento, ofrece solo su cara más sórdida a los sectores obreros.
La convocatoria se realiza en dos puntos diferentes del centro, eso hace sospechar, en un primer momento, sobre el peso específico de la marcha. Pero al llegar al cruce de las peatonales, en las narices del mismísimo Mc Donalds, la concentración mostró toda su consistencia. El escenario reunió a los principales representantes gremiales, que miraban con satisfacción la fuerza de las bases congregadas. Los bombos, las trompetas y las banderas lo cubrieron todo. Encontrar un canto que amalgame todas las razones de la convocatoria, parecía el primer problema, pero rápidamente el tronar del “¡unidad de los trabajadores, y al que no le guste, se jode, se jode!” empezó a musicalizar el mediodía del microcentro rosarino. Los brazos firmes, y en alto, subrayaban cada una de las estrofas del cántico.
Porqué marchar
Llegado a este punto, es bueno detenerse a pensar acerca de las razones del paro. ¿Cuáles eran? ¿Se puede hablar de una sola razón? Algunos de los oradores se tomaron el trabajo de detallar uno a uno los motivos de la medida de fuerza; mientras otros lo resumieron en “frenar el modelo imperante”. Podemos pensar que fue a causa del registro de casi un millón de trabajadores desocupados lo que motorizó la marcha. Aunque las subas indiscriminadas en los impuestos de los domicilios particulares, al mismo tiempo que se les condonaba millones de dólares en forma de retenciones a sectores como la minería o el sector agropecuario, tuvo su cuota de responsabilidad. Pero si pensamos en los docentes y su lucha por establecer un valor de salario digno que supere a los índices de inflación, encontramos ahí también una razón. O tal vez, fue a causa de las cientos de pymes que ven como el ingreso indiscriminado de las importaciones puebla el mercado interno de mercadería a precios irrisorios, sin permitir la competencia. Y si buscamos razones simbólicas, también las hay. Como la puesta en duda de la existencia de 30.000 desaparecidos o el intento por mover el 24 de marzo.
“Teníamos un gran desafío, y era protagonizar esta jornada en la calle. Y ese desafío, en Rosario, el movimiento obrero está demostrando que lo pudo cumplir» inaugura con sus palabras la lista de oradores, el representan de la CTA de Santa Fe, Pablo Juncos. Todos los que hagan uso del micrófono compartirán la firmeza en el reclamo, el desacuerdo marcado con las políticas llevadas adelante por el gobierno nacional y la sensación de que este paro, gestado desde la presión de las bases y del recordado “poné la fecha”, es sólo el comienzo de un plan de lucha. “Intentan enfrentar a la comunidad con el movimiento obrero. Porque para que se produzca el ajuste, la entrega y el hambre es necesario un movimiento obrero debilitado y de rodillas” vocifera Juncos, antes de darle paso al siguiente orador.
Rosario, capital nacional del paro
El titulo pertenece a Martín Lucero, secretario de SADOP, que fue el segundo de los representantes que decidió tomar el micrófono. ”Este paro se construyó desde abajo hacia arriba, a partir del vetó a la ley antidespidos, el 29 de abril el año pasado. A este paro no lo ocultamos, porque no lo convocaron las redes sociales, este es un paro de los trabajadores” afirmo Lucero, quien reivindicó el poder de convocatoria de las organizaciones gremiales, asegurando que las grandes transformaciones de nuestra historia “no se hicieron por twitter”, y solicitó un sinceramiento al gobierno nacional, al decir “¡Si van a gobernar para las corporaciones que lo digan!”, parafraseando a la gobernadora de Buenos Aires.
Luego, fue el turno de Edgardo Carmona, representante de los trabajadores de prensa de la ciudad, quien destacó el aparato comunicacional que rodea a la alianza Cambiemos, y advirtió “justo en este momento, en el que tratan de confundirnos y dividirnos, es cuando más hay que honrar la unión que hemos gestando desde abajo”. Para Carmona “los enemigos que hemos sabido cosechar con orgullo, siguen siendo los mismos que a lo largo de toda la historia de nuestra república”, y agregó “el movimiento obrero no conoce de tiempos sino de objetivos. El nuestro es una vida digna para todos los trabajadores, con salarios decentes, con salud y educación pública. Este paro es el inicio de un plan de lucha que nos llevará finalmente a nuestro objetivo”.
Alberto Botto, secretario de Luz y Fuerza, encendió la alerta al decir que «nos están conduciendo a la crisis terminal del 2001», ya que «conocemos este modelo; y es el mismo que se llevó a 30.000 compañeros desaparecidos, produjo un 60% de pobreza, se quedó con el ahorro de la gente y cerró comercios y fábricas». Y sobre el final, Botto, hizo una advertencia a las autoridades nacionales: «si nos llegan a reprimir, nos vamos a multiplicar».
Una de las últimas oradoras fue la aplaudida Sonia Alesso, representante de AMSAFE y de CTERA a nivel nacional, quien relató lo que está sucediendo en muchos comedores escolares. Denunció como nuevamente, al igual que en épocas pasadas, los pibes van a las escuelas en busca de un plato de comida. Y en sintonía con el resto de los representantes gremiales, aclaró que «esto no termina acá; porque si el ajuste no se detiene, nosotros vamos a continuar con la lucha”.
El cierre fue para Matías Layús, representante de La Bancaria, que se refirió a lo que estaba sucediendo como un “paro contra un modelo cultural, no solamente económico, que intenta cambiarnos la matriz de vida de todos los argentinos», y concluyó «quisieron hacer fracasar esta medida de fuerza, tildándonos de mafiosos y de vagos. Nos decían que no permitíamos el «yo trabajo», el «yo quiero ir a laburar», pero esta marcha le respondió con el «nosotros». Nosotros paramos y nosotros nos movilizamos».