Periodismo por periodistas: Silvina Molina

Por Candela Ramírez. Fotografía: Soledad Pellegrini.
Desde hace 30 años, Silvina Molina trabaja como periodista. Actualmente, es redactora en Télam, en la seccción Sociedad. Coordina la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina y la semana pasada estuvo en Rosario presentando el Manual de Género para periodistas. Sin Cerco la consultó acerca de cómo ve el oficio hoy en día y cómo se logran coberturas con perspectiva en derechos humanos.
—¿En qué situación ves hoy al ejercicio del periodismo?
—Es una situación muy difícil por la precarización de la profesión que ya teníamos pero que se profundizó ahora. También por la cantidad de medios que están cerrando y porque se está acentuando la cantidad de periodistas sin trabajo o periodistas que tienen que buscar cómo sustentarse ellos mismos a través de sus proyectos. A veces, haciéndolo en forma individual y, a veces, la experiencia linda que están haciendo algunos trabajando como medios recuperados o cooperativos.
—¿Qué tipo de periodismo te parece que se hace hoy en este contexto?
—Hay de todo. Hay un periodismo muy poco comprometido al que lo único que le interesa es el rating, vender publicaciones o que se escuche su programa de radio, muy superficial. Pero, en los últimos años, sobre todo a partir del debate de la ley de medios y del trabajo en red que hacemos periodistas en distintos ámbitos, también hay un periodismo muy bueno que contextualiza, que se preocupa en ser inclusivo; que a partir del trabajo que ha hecho con la Defensoría del Público, los Observatorios de Medios, y las redes de periodistas hace que tengamos muy buena calidad de periodismo. Lo que pasa es que ese es el periodismo que no se apoya económicamente. Y tenemos que vivir y se hace muy complicado llevarlo adelante, pero no imposible. Creo profundamente en las construcciones colectivas para poder lograrlo.
—Y en relación a esto que decías de la ley de medios, ¿cómo ves la disolución de algunos artículos que fueron fundamentales?
—Hay retrocesos, como hay retrocesos en tantos aspectos con este nuevo proyecto de país que se votó, que votó la mayoría. Es un retroceso porque además es un desgaste volver a debatir lo que ya habíamos debatido, consensuar lo que ya habíamos consensuado. Por suerte, la Coalición se sigue moviendo, sigue activando. Pero hay que ser conscientes de que estamos parados en un lugar absolutamente distinto al que estábamos hace unos años atrás,tenemos otros saberes, otras herramientas.
—¿Cuáles son los desafíos de ahora en más para el periodismo?
—No perder los derechos laborales. Incorporar a un gran sector de compañeras y compañeros que no están contemplados. Incluir, efectivamente, para que puedan ejercer esos derechos muchas compañeras y compañeros de distintos lugares del país. La manera de hacerlo creo que es como hicimos en la marcha el 8 de junio, con representaciones de todos los lugares del país, respetando las individualidades sindicales, de federaciones de prensa y demás, pero todos en una unidad para poder resistir. No retroceder y hacer alianzas. Me preocupa que no nos acompañen tanto, a veces, algunas organizaciones o referentes sociales. Necesitamos que nos acompañen más. Esto lo digo, porque a veces se comunican con un periodista o una periodista y le dicen “Ay ¿cómo puede ser que tu medio publicó X cosa?”. Yo soy una trabajadora, no tomo las decisiones, yo escribo una nota correcta y después pasa por dos o tres manos y la editan. Entonces, lo que corresponde es que llamen a los responsables del medio y que no nos dejen tan solas y solos a quienes hacemos un periodismo inclusivo. Necesitamos que hagan el pedido y el reclamo donde tengan que hacerlo. Porque sino siempre estamos poniendo el cuerpo en ese equilibrio que debemos hacer por mantener el trabajo y mantener dignamente la profesión.
—¿Cómo son las discusiones al interior de las Redacciones? ¿Te acordás de algún ejemplo en particular, alguna nota que haya generado debate sobre cómo cubrirla?
—Hay muchas notas que generan debate, sobre todo cuando son notas que tienen que ver con situaciones de mujeres y vulnerabilidades. Encontrás de todo. El tema aborto es un tema que genera mucho debate, socialmente y en las Redacciones también. Hace cinco años que volví a una Redacción grande, mi experiencia es buena. Me gusta debatir, pero a veces se piensa que debatir es gritar. Debatir es intercambiar. Tengo muy buenas experiencias con mujeres y con varones en la Redacción, que vienen y preguntan. Nunca me puse como la maestrita que sabe todo y viene con el dedito y dice “Vos estás haciendo todo mal”. No, no. La idea es: “¿Qué te parece si encaramos el tema de esta manera, o tal tema?”. Y encuentro, en general, una gran apertura de colegas de distintas secciones. Porque además abrís una puerta: todas las personas estamos atravesadas por las violencias. La idea es generar empatía, más que pelear, gritar y ponerse combativa. Creo mucho, mucho, en la pedagogía, donde aprendemos en conjunto. Ésta es la parte linda, la parte mala es que hay gente con la que directamente no hablo, porque sé que ahí hay un muro que jamás voy a poder atravesar ni escalar. Pero sí creo profundamente que podés generar alianzas.
—En Argentina matan a una mujer cada 30 horas, a la hora de hacer las coberturas sobre violencia machista, ¿cómo te parece que se realiza una cobertura responsable y a qué fuentes acudís para hacer estas notas?
—Depende de la nota. Vamos, por supuesto, a organizaciones que trabajan con víctimas, a especialistas. Porque que sea abogada, que sea psicóloga, asistente social no te garantiza nada si no tiene una perspectiva de género. Entonces, tienen que ser profesionales que tengan esta perspectiva. Quizás también a familiares, que muchos se han convertido en referentes de las luchas contra las violencias . A la mujer acudo sólo si siento que está preparada y si está acompañada. Hace poco, hubo un casa de una mujer cuyo ex marido era un violento y se había llevado a los chicos del colegio y no lo podían encontrar. Me llama el abogado y me dice que quieren hacer una nota y quieren denunciarlo. Yo pido hablar con ella, le pregunto “¿Quién te acompaña?”. Ella me responde: “Tengo dos abogados, está mi mamá, tengo la psicóloga”. La sentí muy empoderada y decidimos publicar la nota con los datos de él. La verdad es que yo no dormí hasta las 5 de la mañana cuando me mandaron un whatsapp diciéndome que los chicos habían aparecido. Te cuento esto porque cada caso es distinto, no hay un manual para cubrir estos casos, hay algunas ideas en construcción todo el tiempo. Pero me parece -y lo empecé a hacer hace un tiempo-, que tenemos que empezar a mostrar más a mujeres empoderadas, a mujeres que han logrado salir que para mí son las grandes maestras de la vida, a las que generan proyectos educativos y laborales, que concientizan a la sociedad y empoderan a sus hijas. Digo, hay mucha mujer sobreviviente, ya sea de trata o de violencia en su casa, que hace cosas muy interesantes y tenemos una deuda ahí de mostrarlas un poco más.
—Recién decías que no hay un manual sobre cómo se hace correctamente, pero sí hay una lista de recomendaciones de las cosas que no hay que hacer, del mal ejercicio de la cobertura en estos casos.
—Por supuesto, nunca quedarte solo con la fuente policial y judicial. Nunca recurrir a ver qué dicen los vecinos: el violento siempre es maravilloso socialmente, simpático, divino, amoroso y, por supuesto, para los vecinos es el mejor señor del mundo. Además, los vecinos no tienen por qué opinar. Nunca juzgar, nunca preguntar “¿Y por qué se quedaba?”. Esto de los opinólogos, que creen que pueden opinar sobre todo, le hace mucho daño a las mujeres sobrevivientes y a las familias. Invito a lo colegas pensar que puede ser su hija ¿Cómo se sentiría si estuvieran hablando de su hija asesinada?”. O sea, esa mujer no está, pero dejó un montón de gente que la ama. Que seamos periodistas no puede hacernos olvidar que somos seres humanos y que ninguna persona está exenta de esta situación. Eso es lo que no se hace. No se le toma foto, no se la expone en televisión si no estamos seguros de que está cuidada, no se da su nombre, no se da su dirección, se va a sacar fotos en la puerta de su casa. Se la cuida, hay que cuidarla. Fundamentalmente es eso.
—Finalmente, ¿te parece que tiene sentido seguir discutiendo entre periodismo militante y periodismo independiente? ¿En qué quedó ese debate?
—Hago un periodismo militante de los derechos humanos, lo hice toda mi vida. Me parece que apropiarse de las palabras está fantástico, lo quieran llamar como quieran. Yo hago política desde el periodismo, no hago política partidaria, pero sí hago política. Tengo una posición política frente a la vida: quiero una sociedad mejor, quiero una democracia real y en esa democracia real tenemos que estar incluidas todas las personas y tenemos que cuidar fundamentalmente a las mujeres para que no nos sigan matando. No puedo entender el periodismo de otra manera. Y no soy independiente. Jamás sentaría a una víctima de violencia con su maltratador, o a un padre o una madre que perdió su hija en un femicidio con el femicida de su hija, por esta idea de que tengo que dar las dos campanas. Eso no es periodismo independiente, eso es periodismo perverso.